viernes, 30 de mayo de 2008

FLAN DE HUEVO

FLAN DE HUEVO

Ingredientes

4 Huevos enteros
4 Cucharadas colmadas de azúcar
½ Litro de leche
3 Cucharadas azúcar para caramelizar el molde.

Preparación.

Con las tres cucharadas caramelizar una flanera de
capacidad suficiente para las cantidades.

Mezclar la leche, los huevos y el azúcar. Batir con una
batidora, pasar la mezcla por un colador por si quedase
alguna galladura y ponerla en la flanera, taparla con su
tapa.
En una olla a presión pondréis 3 dedos de agua, meteréis la
flanera y la pondréis al fuego, cuando suba la pesa
contareis 4 minutos, se apaga el fuego y se espera a que
bajen las pesas.
Sacáis el flan y lo dejáis enfriar.
Para servir le dais la vuelta en un recipiente que tenga


capacidad como las de un plato sopero, pues sino corréis el
riesgo que el caramelo, que ahora esta liquido, no entre.
El tiempo de 4 minutos esta dado para cocina eléctrica con
platos que una vez apagados conservan el calor.
En las cocinas butano y vitroceramica de inducción, que en
cuanto apagas las fuente de calor no conservan la
temperatura, el tiempo en la olla será algo más.

El flan que sale es perfecto en cuanto a cocción, sin un
solo agujero en su interior.

Pulpo a la feria

Pulpo a la feria

Ingredientes:

2 kilos de pulpo 1 cebolla pequeña
1 vaso de aceite de oliva
1 cucharada de pimentón dulce
1 cucharada de pimentón picante
Sal gruesa


Lavar el pulpo para quitarle el limo que trae Mazarlo para que
ablande.
Poner el agua a hervir con la cebolla en una cacerola, cuando
rompa a hervir introducir el pulpo en la cazuela y levantarlo dos o
tres veces, volviéndolo a meter. Dejarlo cocer durante 45 minutos,
pincharlo y si está blando retirarlo del fuego. Cuando se vaya a
servir, después de haberlo dejado reposar unos 15 minutos, quitarlo de
la cazuela y cortar en trozos no muy gruesos con tijeras. Sazonar con
sal y aceite y espolvorear de pimentón (la cantidad puede variar según
lo picante que se desee).

PULPITOS CON TOMATE

Pulpitos con tomate

Ingredientes:

Kilo y medio de pulpitos
1 tazón de salsa de tomate
2 dientes de ajo
1 cucharada de perejil picado
1 vasito de vino blanco
1 vaso de aceite
Sal, pimienta y romero

Lavar bien los pulpitos y dejarlos escurrir. Poner el aceite en una
sartén, añadir los ajos, el perejil y una ramita de romero y rehogar
los pulpitos por espacio de diez minutos.
Rociarlo luego con el vino blanco y la salsa de tomate, sazonar de sal
y pimienta y dejar cocer una hora aproximadamente. Si espesa demasiado
aclararlo con un poco de agua fría durante la cocción.

Servir caliente en cazuela de barro.

domingo, 2 de diciembre de 2007

El club de los comedores de basura

Los ‘freegan’ reciclan los alimentos que otros desechan. Es una convicción y una forma de vida. Les acompañamos ‘de compras’ por los contenedores de Nueva York. Y luego, a cenar.
No les empuja ni el hambre ni la pobreza. Revolver cada semana entre las basuras responde simplemente a la llamada de sus conciencias. Hastiados de observar cómo la sociedad occidental deja morir en sus calles toneladas de comida en perfecto estado, un puñado de ciudadanos repartidos por el mundo y autodenominados freegan tratan de retrasar el colapso ecológico al que afirman que está abocado el planeta evitando pagar por consumir y recuperando parte de la comida salvable que se tira a diario. Que no es poca.
En la puerta de supermercados neoyorquinos como D’Agostino, en el barrio de Midtown, se hacinan cada noche decenas de bolsas de supuestos residuos. Pero si uno mira dentro, como hacen dos veces por semana profesores de instituto como Janet Kalish o expertos en comunicación como Madeleine Nelson, es posible encontrar todo tipo de frutas y verduras en perfecto estado, yogures, zumos de fruta, pasta, arroz, huevos, carne, pescado ahumado…
“El 80% de lo que como lo consigo así desde hace un año. Lo que más abunda es pan. Cada noche se tiran miles de barras. La verdura suele venir empaquetada y limpia. La fruta a veces está golpeada, pero en general tiene buen aspecto. Se encuentran muchísimos yogures y la mayoría sin caducar. La pasta o el arroz a veces simplemente tienen el paquete roto, y eso ya los convierte en basura”, explica Madeleine, que no es vegetariana, a pesar de que la palabra freegan naciera como contracción entre free (libre, gratis) y vegan (vegetariano que rechaza cualquier producto animal).
“Cada persona decide su grado de compromiso”, explica esta mujer de 50 años. Ella vive en el corazón del West Village, en un amplio apartamento lleno de libros; trabaja como portavoz de una ONG, y antes, para una multinacional. “Lo mío es una decisión consciente: desobedecer la orden de comprar. Es un boicot a la sociedad de consumo. Se gasta en exceso, y eso está matando al planeta. Por eso he minimizado todas mis compras. Los libros son usados, los electrodomésticos los arreglo, la ropa es de mercadillos gratuitos”.
Ella es parte del centenar de personas que constituyen el grupo de los freegan neoyorquinos. El País Semanal acompañó a una decena en una de sus compras nocturnas y después cenó con ellos, algo que hacen a menudo para demostrarle a la prensa que todo lo que se encuentra es tan co¬¬mestible como si se hubiera comprado en una tienda de gourmet. Y en muchos casos, los alimentos proceden precisamente de esas tiendas, porque los freegan saben cuidarse, no buscan bocadillos mordisqueados, sino setas italianas, pero en lugar de pagar precios astronómicos por ellas, las recogen de la basura.
Quizá lleven un día caducadas. Quizá caduquen dos días después. La diferencia, dicen, es imperceptible. Los comercios ponen esas fechas mucho antes de lo necesario. Pero ¿por qué acaban en la basura? Por la sobreabundancia. “Muchos supermercados simplemente tiran productos cuando les llegan otros más frescos por falta de espacio”, asegura Adam Weissman, de 28 años, uno de los impulsores de este movimiento nacido en la costa oeste hace décadas y que él ayuda a promover en Nueva York desde hace dos años. Un trabajador del supermercado D’Agostino lo confirma mientras observa cómo los freegan hacen sus compras: plátanos, melocotones, espinacas, tofu…
El grupo bucea en las basuras y va sacando tesoros que se escogen con sumo cuidado. “A veces hay tantas cosas que tenemos que dejarlas ahí”, dice Janet, con su mochila cargada de alimentos. Y no miente: frente a ella hay dos bolsas de basura llenas de zanahorias impolutas en contenedores de plástico. Caducan ese mismo día. Se sirven en la cena dos días después. Exquisitas.
Según un estudio de la Universidad de Arizona, el 40% de los alimentos que se producen en Estados Unidos acaba en la basura sin pasar por ningún estómago; lo que significa que las familias tiran cada año al estercolero 40.000 millones de dólares. Un escándalo si se tiene en cuenta que hay 852 millones de personas malnutridas en el mundo, según la FAO, y que dentro de una ciudad como Nueva York, casi dos millones de personas viven por debajo del índice de pobreza, según el censo nacional.
“La primera vez encontré 130 bagels [rosquillas de pan judío típicas de Nueva York] perfectamente limpios y empaquetados. Me juré a mí misma que nunca volvería a pagar por ellos”, cuenta Wendy Scher, de 26 años, quien ha convertido el freeganismo en una forma de vida. Se viste con ropa usada, su medio de transporte es una bicicleta reciclada, se está planteando ocupar una casa, pues hay muchos apartamentos vacíos en la ciudad, y en la medida de lo posible, tampoco consume cultura de masas, algo que los freegan más ortodoxos, como Adam Weissman, se toman muy en serio.
“Si compras un cd, tienes que pensar en el impacto ecológico del plástico que lo envuelve. Si ves una película, sabes que te están me¬¬tiendo en ella mensajes subliminales sobre qué beber o cómo vestir, y además, en su producción se desperdician toneladas de materiales. Antes de tomar cualquier decisión me pregunto el impacto económico o social de cada producto que se consume. Y la cultura de masas es tremendamente contaminante, psíquica y físicamente”, afirma Weissman, que tampoco tiene televisión.
Sin embargo, es difícil escapar de todas las tentaciones. Él consume cómics, aunque no los compre y los consiga gratis. Y durante la cena, la serie Star Trek, que todos devoraron de pequeños, se convierte en animado tema de conversación. Al menos Weissman reconoce sus debilidades: “El efecto de la cultura de masas es increíblemente poderoso. Y es muy difícil escapar de él. Pero hay que intentarlo”.

viernes, 30 de noviembre de 2007

pulpo a la guindilla

Tiempo: 60 minutos Dificultad: Media Comensales: 4 personas



Lavamos el pulpo para quitarle el limo que trae y lo golpeamos con el mazo de madera para que ablande.Ponemos agua a calentar y cuando rompa a hervir introducimos la cebolla. Cogemos el pulpo y lo metemos y sacamos del agua hirviendo dos o tres veces.Lo dejamos cocer entonces durante 45 minutos, pinchándolo de vez en cuando para ver si está blando. A media cocción introducimos las patatas lavadas y con la piel. Y cuando ya esté tierno el pulpo lo sacamos.Cortamos el pulpo en trozos no muy gruesos con unas tijeras y reservamos las patatas peladas.En una sartén con el aceite freímos los ajos picados y la guindilla. Colocamos el pulpo en el plato, rodeado de las patatas cortadas en rodajas, salamos, espolvoreamos con pimentón y vertimos por encima el refrito de ajos y guindilla.



Ingredientes para la receta :

· 1 pulpo de unos 2 kg
· 1 cebolla pequeña
· ½ tacita de aceite de oliva virgen extra
· Pimentón picante
· 1 guindilla
· 6 patatas nuevas pequeñas
· Sal gorda

miércoles, 28 de noviembre de 2007

contra el anisakis



Alteraciones gástricas:
Dónde está el parásitoSegún los datos del Ministerio de Sanidad, se ha detectado la presencia de anisakis en un tercio del pescado en las lonjas. Investigadores y médicos vascos han dado más datos sobre este minúsculo gusano de no más de un centímetro. Según los expertos, el anisakis se encuentra en el 100% de las vísceras de la merluza del Cantábrico, en el 81% del bonito grande y en el 40% de las sardinas. Las larvas se instalan en el tracto gastrointestinal y pueden producir inflamación hasta llegar a perforar el estómago o intestino e infectar a otros tejidos y órganos en los casos más graves. Los síntomas se presentan con dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarreas. Ante estos síntomas y la sospecha de estar asociados a la ingesta de pescado crudo, se debe acudir rápidamente al médico. Las técnicas endoscópicas permiten detectar las larvas y, a su vez, extraerlas aunque, a veces, puede ser necesaria la intervención quirúrgica.


Reacción alérgica:

Hay personas que cuando ingieren pescado infectado por este parásito presentan síntomas que van desde una simple urticaria o un angiodema (grandes ronchas en la piel) a cuadros más graves como shock anafiláctico, que requieren de ingreso hospitalario. Aunque cada vez es menos frecuente, existen algunos casos extremos que han derivado en muerte. El diagnóstico se realiza a través de pruebas como la detención de anticuerpos inmunoglobulina E, así como de sensibilidad cutánea.


Lo mejor es prevenir Estas normas de actuación son decisivas para reducir al máximo el riesgo de contraer la enfermedad causada por el anisakis:

→ No ingieras pescados ni cefalópodos crudos, ahumados en frío, marinados, en vinagre, ceviche, carpaccio o sushi.

→ Compra siempre el pescado limpio y sin vísceras (tripas).

→ Consume preferentemente colas de pescados grandes y procura evitar las áreas ventrales cercanas al aparato digestivo del pescado.

→ Congela el pescado que vayas a comer, tanto cocinado como crudo, al menos a -20 grados durante una semana en frigoríficos de tres o cuatro estrellas. Este es el procedimiento más eficaz para inactivar el parásito, ya que las larvas congeladas pierden su capacidad de producir la enfermedad.

→ Comprueba que el cocinado al horno, a la plancha y al microondas esté 'bien hecho' pinchando la pieza con un tenedor o cuchillo; la carne debe desprenderse fácilmente de la espina y tener un color opaco. Una regla general es cocinar, durante al menos diez minutos, las piezas de 2,5 cm de grosor a una temperatura que oscila entre 55 ºC y 70 ºC. El calor asegura la completa destrucción de las larvas del parásito.

→ Consume el pescado ahumado en caliente y pasteurizado.

→ Asegúrate siempre de comer en bares y restaurantes que ofrezcan las garantías suficientes. La normativa obliga a un ciclo de congelación de 24 h para todo el pescado que se sirva al público.



Elige bien el pescado que comes

■ No causan la enfermedad, aunque se consuman crudos, ostras, mejillones, almejas, coquinas y demás moluscos bivalvos; los pescados de aguas continentales y de piscifactorías de agua dulce (truchas o carpas).

■ También se puede comer en crudo, y sin congelar, pescados desecados (bacalao) y las semiconservas tratadas con sal y calor, como las anchoas. Pero hay que tener cuidado con boquerones en vinagre y pescados en escabeche y marinados, carpaccios, huevas crudas y arenques

martes, 27 de noviembre de 2007

La cocina del futuro según el MIT


En el Massachusetts Institute of Technology (MIT) media lab, conocido por sus fabulosos trabajos, han ideado una cocina futurista con pantallas touchscreen para seguir recetas e instrucciones.
Tiradores de gavetas que se iluminan para indicar en cual se encuentra el utensilio que buscas y agarra ollas que te hablan para indicar si la sartén está muy caliente son algunas de las innovaciones.
Aquí pueden ver un vídeo de demostración.
La verdad es que no me imagino en tan sofisticada cocina, pero quien sabe si con los años nos parezca lo más natural ¿qué opinan?.